Entrevista a Bárbara Oettinger: “Profesionalmente, «Ya sea en el aire o la tierra, en el fuego o en el agua» marca un antes y un después”

  • La ganadora en la categoría Videoarte y animación digital del 13 Concurso Internacional Juan Downey, recuerda cómo fue el proceso creativo detrás de «Ya sea en el aire o la tierra, en el fuego o en el agua» (2017) y nos cuenta por qué esta obra sencilla y poética marcó en su carrera una nueva forma de trabajar.

Sencillo, poético y contemplativo. Así es como Barbara Oettinger, ganadora del 13 Concurso Internacional Juan Downey en la categoría Videoarte y animación digital, describe su obra «Ya sea en el aire o la tierra, en el fuego o en el agua» (2017). Un filme de siete minutos que explora la relación del hombre, el paisaje y los cuatro elementos naturales, mientras que, a su vez, se refleja la dinámica interna de un narrador, a partir de una serie de sentimientos y emociones de naturaleza existencialista. 

A menos de dos semanas de que la 15 edición del certamen internacional concluya su convocatoria el 30 de junio, la artista nacional comparte con nosotros su proceso creativo, los puntos de partida que la guiaron al momento de gestar una obra y los caminos que siguió después de ganar en 2017. 

¿Cómo surge el proyecto «Ya sea en el aire o la tierra, en el fuego o en el agua»? ¿Qué deseabas abordar?
Este proyecto nace porque, en el 2016, Andrés Grillo me invitó a una exhibición en Galería Panam que tenía que ver con el tema de la alquimia en general. Yo hace rato andaba con ganas de trabajar el ser humano y el paisaje, o el ser humano en el paisaje. Mi idea era trabajar los cuatro elementos y cómo se relacionan con los individuos. En este caso, son cuatro individuos contemplando estos cuatro elementos, quietos, en contacto con este paisaje. Yo incluida, metida en el agua (muerta de frío me acuerdo). Está el fuego, la tierra, el aire y el agua. 

También me parecía interesante escribir un guión o poema, que tuviera que ver con cuestionamientos más existenciales del hombre enfrentado a la naturaleza o a la muerte o al vacío; uní esas dos ideas. Tenía ganas de trabajar con el territorio, el paisaje, la idea de los cuatro elementos con respecto a la alquimia y el tema más como nihilista o existencial de la muerte, del ser humano enfrentado al paisaje. Como el cuestionamiento eterno en relación a este tema.

Al comienzo del video se puede leer un fragmento de La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca, ¿por qué escogiste este fragmento para tu obra?
Primero porque habla sobre los cuatro elementos y es pura poesía. Sentía que era una especie de prólogo a la obra, una belleza. Creo que congeniaba perfecto con el video, porque el guión lo escribí, pero no soy poeta ni escribo literatura, escribo cosas y generalmente tienen esa forma, más ligada a la poesía que a una narrativa en prosa. La forma de escribirlo es más como poema.

Luego, cuando empieza el video, podemos leer frases sueltas, ¿de dónde provienen?
Tienen que ver con cosas que pienso, que se me vienen a la cabeza, el nihilismo y el rollo existencial. Entonces es una buena forma de sacar eso fuera. Lo que estoy escribiendo ahora es bastante existencial y nihilista. Es que así ha sido mi vida un poco, siempre me he cuestionado todo, pensando en la existencia humana y por qué somos tan bizarros. Por qué somos así y de dónde viene todo eso, me paso todos esos rollos internos.

En la obra aparecen personas en medio de la naturaleza, ¿cómo estos elementos de la naturaleza se vinculan con el cuerpo?
Creo que se vinculan de una manera más pasiva, porque yo estoy metida en el agua observando el horizonte, no estoy interactuando con el agua chapoteando o haciendo algo, sino que estoy sintiendo el elemento. Otro personaje está sentado al lado de una fogata mirando el horizonte, y está la fogata ardiendo. Está otro personaje que siente el viento, también mirando el horizonte, y la otra persona tocando la tierra, sentada en la roca, pasiva, sintiendo. Yo creo que me interesaba esa relación pasiva en el sentir y de observar melancólicamente esta relación sublime entre el hombre y el territorio.

¿Cómo relacionas el caminar y la muerte en tu video?
Yo creo que el seguir avanzando hasta el fin. Es loco porque ahora colaboré con una amiga, Camila Estrella, y juntas hicimos un video donde el personaje camina, camina y camina. Es algo presente en mi, porque amo caminar, bueno tengo un perro, y para mi es muy importante. Creo que por ahí está reflejado en este guión: es algo que te permite avanzar, hasta llegar a algún lugar, a la meta, y también tiene que ver con la metáfora del ir hacia lo inevitable.

¿Cómo fue el proceso de creación detrás de «Ya sea en el aire o la tierra, en el fuego o en el agua»?
En mi caso el proceso creativo siempre es potente. Es un momento de estar obsesionada, metida en el computador investigando, leyendo o viendo imágenes. Me acuerdo que leí poemas de Calderon de la Barca y otras cosas. Empezaba a escribir y entremedio pensaba dónde podría ser grabado, un lugar que fuera especial. 

En ese momento me prestaron una cámara y unos lentes bacanes. Siempre estoy abierta a que me digan: “oye este lugar te puede servir”. No me cierro, me encanta si alguien me colabora y me ayuda a pensar y me da ideas, bacán. Entonces, ya estaba escribiendo, investigando en la casa como gremlin y pensando dónde puede ser, que fuera un lugar más o menos barato y especial. En ese momento vivía con un pololo que me dice “oye, ¿y el embalse del yeso?”. Vi fotos y dije este es el lugar, porque es como el planeta Marte. Montañas y un lago entremedio, artificial, pero hermoso. Vi las fotos y pensé que esto es lo sublime. Está más o menos cerca de Santiago, se puede ir, es accesible. Pero pasa lo que pasa cuando uno va a grabar o a hacer una obra, los imprevistos. Porque llegamos al lugar, recuerdo que arrendé una camioneta, y como era invierno había habido un derrumbe y no podíamos avanzar más. Nos quedamos ahí donde se podía y al final resultó todo bien. Fue intenso, pero bacán.

El texto no lo había finiquitado cien por ciento. Hubo reajustes después de tener las imágenes, porque grabé el cielo, las nubes moviéndose y la tierra. Sabía que tenía que haber planos de los elementos, que igual es súper poético y complicado, porque tampoco es tan literal. Me refiero a que si vemos las nubes moverse, obviamente es el viento; vemos una roca es la tierra, era literal, pero sabía que tenía que armar esos planos como detalles, solos, sin las personas. 

Entonces se grabó poco, en verdad no fue tan larga la jornada. Pienso que esta obra fue súper planificada, pero al mismo tiempo no tanto. Tenía esas ideas, pero al final siempre hay imprevistos y cosas que van pasando, que hacen que la planificación perfecta no resulte al cien por ciento, pero que le entregan a la obra algo maravilloso y que encaja. 

Bueno, como quedamos en ese lugar donde no podíamos avanzar más, pero justo estaba todo nevado, fue precioso. Fue una odisea, nos levantamos a las 4 am para poder llegar a la luz mágica. Fueron pocas las grabaciones que se hicieron para después editar todo. Eso fue bacán, la claridad, ya cuando monté, sabía que quería que cada cosa tenía que durar un minuto y así lo hice. 

¿Qué fue lo que más te gustó del proceso creativo, de construcción y el resultado?
Me gustó poder sacar afuera mis pensamientos filosóficos nihilistas. Tuve esta invitación de Andrés Grillo a participar de esta expo colectiva y, además, tuve harto apoyo de amigos, todo se dio. Salió esa exposición, yo pude escribir esto y sacarlo, pude grabar y salir a esta aventura al Embalse del Yeso, arrendando una camioneta, todo se dio en armonía. Porque a veces es difícil el tema del arte, al final uno hace sus proyectos con financiamiento o sin financiamiento, uno se las ingenia. Pero en proyectos que requieren más personas, tuve suerte de tener amigos que me ayudaran, eso hizo agradable el proceso creativo, porque yo sola no habría podido, necesitaba que me apoyaran. 

Ahora estoy haciendo todo sola, lo que está bien igual, es distinto. He hecho otros videos sola, pero creo que es bacán tener apoyo. Además, la música del video la hicieron 2k12, estudio compuesto por Tomás Bravo y Vicente Rosati. Les mostré el proyecto y me apoyaron con el diseño sonoro. Muy bacán que haya otras cabezas expertas en eso, pensando y aportando al proyecto. Fue maravilloso, porque sentía que el sonido tenía que ser un integrante importante dentro de la obra.

Eso es lo difícil de hacer cosas audiovisuales, pero también es lo bacán. Es un trabajo en equipo generalmente, no siempre. En mi caso, por lo menos, encuentro bacán trabajar con personas que sepan más de sus áreas, que alguien experto te aporte con creatividad y nuevas ideas. Pero también es difícil tener el presupuesto para todas esas cosas. 

¿Durante el proceso la idea principal cambió?
En esta obra en particular no cambió, se mantuvo. Cambiaron ciertos detalles que no pudieron ser al pie de la letra por fuerza mayor, pero es una de las pocas obras que se ha mantenido en ese sentido. Porque generalmente pasa que empiezo una obra de una forma y termina más como un experimento, transformándose en algo completamente distinto. Además, a esta obra le tengo mucho cariño porque no me cuestioné tanto. Fue una obra que nació, se hizo y quedó. Es una obra que ha circulado y se ha podido ver. 

¿Qué es lo que más destacas del trabajo?
Creo que lo poético de la obra, siento que congenia, que esos cuatro elementos se unen muy bien. Es una obra sencilla, está hecha con una cámara, trípode, buenos lentes y amigos. Es profunda y poética, lo que me parece bello. Hoy hay harta tecnología y hartas cosas espectaculares dando vueltas, pero esta obra se mantiene sencilla y eso le aporta. Es como un slow cinema, cine lento que se aleja completamente de Hollywood o de las ediciones más de acción. Esto es contemplativo. 

¿Cuál era el objetivo de realizar esta obra? ¿Qué ha significado para ti?
El objetivo primero era exponer la obra en la galería, en la curatoría de Andrés. Después, creo que significó un crecimiento en mi trabajo, porque dirigí todo, ¡filmar con una cámara de cine! Trabajé con un equipo. Éramos cuatro personas, todos amigos. 

Además, estéticamente es una obra que está hecha con más recursos, aunque haya sido todo prestado. No digo que las cámaras puedan hacer todo, pero en este caso, tuve la oportunidad de trabajar con algo más pro y la experiencia de trabajar en equipo. El resto de las obras que he hecho, excepto por Lejos de aquí (2016), las hice solas. Es distinta la sensación y con esta obra quedé muy contenta y conforme con el resultado, una obra poética, sencilla y profunda. Tiene sensibilidad conceptual y visual, por eso le tengo cariño. Profesionalmente marca un antes y un después. 

¿Qué pasó después de este proyecto?
Después del concurso estaba en Nueva York porque me había ganado una beca para estudiar un máster en Prácticas Integradas. Hice otros videos allá, algunos son más documentales. En ese momento yo estaba estudiando, pero sentía que no era mi casa, que estaba lejos. Me interesaba la posición del inmigrante en un lugar extraño, en este caso la ciudad de Nueva York. Entonces hice obras como documentales experimentales, trabajando la idea de la inmigración y la experiencia del inmigrante, relacionado con el trabajo, la labor del trabajo y la comida. Que también se relaciona mucho con Lejos es aquí, que lo hice en Chile, donde un haitiano hace marraquetas. Una persona extranjera hace el pan más típico chileno. En Estados Unidos hice uno que se llama Let’s call her Adriana, que cuenta la historia de una persona (que no quiso ser filmada ni su cara ni voz). Ella cocina, hace quesadillas y yo filmo todo el proceso de la cocina mientras cuento su historia. 

Después de eso, para mi tesis, hice un video que tiene que ver con la inmigración en la frontera de Estados Unidos y México. Yo colapsé con Trump; hice un video con puro material de archivos que encontré en internet. Escribí un guión basado en los comentarios de las personas, de lo que decían. Lo encontraba horroroso.

Siento que siempre está el tema del existencialismo, del cuestionamiento interno del ser humano; tenemos una delgada línea de ser unos malditos o amores. Eso cabe para cualquier persona y me interesa mucho. Por eso el tema del existencialismo, del cuestionamiento del ser humano, la vida y la muerte. Me interesa mucho el conflicto interno de las personas. Creo que mi trabajo fluctúa entre eso, los conflictos que pueden existir en torno a un territorio. 

Igual, siempre vuelvo a los temas que ya he trabajado. Ahora estoy haciendo un video con unos peces koi que abren la boca en el agua. Busqué en las noticias, comentarios de la gente en Facebook sobre temas en relación al COVID-19. La gente habla y pelea, y me interesa ese conflicto. Dependiendo del proyecto voy agarrando diferentes temas. Soy mala para quedarme solo en algo. El cuestionamiento es lo que siempre está, pero desde distintos ángulos o miradas y en distintos temas. 

Este año, el Concurso Juan Downey cumple 15 ediciones, ¿cómo has visto la evolución del certamen y las obras ganadoras?
He visto obras que han ido ganando y encuentro interesante, por ejemplo, un año quedó seleccionado José Luis Torres Leiva (no sé si ganó, pero sí quedó). Vi su obra y la encontré hermosa. Que bacán que se unan los mundos, que el cine forme parte de este concurso, de esta Bienal. Me acuerdo de ese video. También, que me hayan dado la oportunidad de ganar, porque es una bienal de nuevos medios, bien tecnológica; encuentro interesante y bonito que en ese caso haya salido yo, que no es principalmente tecnológica, es monocanal, un video. Hay variedad, no está concentrado en una sola área. Ojalá hubieran más instancias de unión entre el cine y el video, porque son primos hermanos, obviamente distintos pero iguales. Me interesa esa delgada línea. 

Ahora con una amiga mandamos al Festival de Cine de Valdivia el corto que hicimos, que es super experimental, me parecen interesantes los cruces. Es necesario que haya cruces entre disciplinas que se enriquecen absolutamente.