Arte, ciencia y naturaleza: Los inicios del bosquemuseo Calán

  • El director del Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile, Patricio Rojo, y el doctor (c) en Ecología, Benito Rosende, hablan sobre los comienzos de este proyecto de la Corporación Chilena de Video que cobró vida por primera vez el año pasado en los alrededores del Observatorio Astronómico Nacional de cerro Calán. Próximamente en el espacio se llevará a cabo el sexto Encuentro de Arte, Ciencia y Cultura Digital.

Fue a raíz de “El tercer paisaje”, una exhibición de la 14 Bienal de Artes Mediales que en 2019 instaló árboles y arbustos endémicos en el hall del Museo Nacional de Bellas Artes, que se gestionó el retorno de estas especies a su entorno natural, llevando con ellas la pulsión del arte y la botánica. Así, la Corporación Chilena de Video y Artes Electrónicas fue incubando la idea de crear un bosquemuseo que germinó por primera vez el año pasado en la cumbre del cerro Calán, uno de los 26 cerros islas de Santiago, que se caracteriza por albergar el Observatorio Astronómico Nacional (OAN) de la Universidad de Chile. 

Inserto como uno de los programas de «Umbral», la 15 Bienal de Artes Mediales de Santiago, bosquemuseo Calán logró concretarse a través de un proceso en el que participaron un grupo de personas a través de jornadas de limpieza y desmalezado. “Existen pocos espacios para que disciplinas como el arte, la astronomía y la botánica puedan conversar”, dice Patricio Rojo, director del Departamento de Astronomía de la U. de Chile. “Como astrónomo, no siempre hay cercanía con el arte y es importante como herramienta para llegar a más personas. Además teníamos el espacio y una de las labores de la universidad es compartir la cultura con la población”, agrega. 

La Corporación busca que este proyecta permita potenciar en un futuro cercano la conformación de una red interconectada que potencie la cultura, el bien común y la recuperación y preservación de la flora, fauna y funga de los territorios. Espacios que desde el balcón de un departamento, parte de una vereda o la plaza de un pasaje, promuevan la reflexión sobre las nociones de permanencia, pertenencia y convivencia entre humanos y su entorno.

Para que bosque y museo se integraran, se desarrollaron dos curatorías: una vegetal y otra artística. La primera, apoyada por la dirección de Benito Rosende, doctor (c) en Ecología de la Universidad Católica y miembro de la agrupación PropagaNativas, consiste en la plantación de flora nativa de la zona central, donadas por Jardín Botánico Chagual y del Bosque Santiago Parque Metropolitano, además de la instalación de un sistema de riego. “Esta curatoría verde del espacio tiene que ver con cómo pudo haber sido este cerro en el pasado, mirando también los lugares cercanos que actualmente están mejor conservados”, explica Rosende.

¿Cuál es la flora escogida para reverdecer el cerro? 
Las especies que se escogieron tienen todas que ver con el bosque esclerófilo, que es lo que antes dominaba en el Valle de Santiago: tenemos árboles nativos como el quillay, maitén y molle,y también incluimos espinos, litres, romerillos, barracos, chaguales y huingas. No fue una elección antojadiza, excluimos de la plantación árboles muy populares como el belloto del norte, que no está hecho para poder vivir en este cerro o en esta ladera. Nos fijamos en que fuesen resistentes, por ejemplo, a la poca cantidad de agua y mucho sol de las condiciones actuales. 

¿En esta curatoría verde también se pensó en su distribución? 
Fueron plantadas en el lugar de una forma medio azarosa para que se viera lo menos posible como una mano humana. Lo que me parece muy interesante porque, por ejemplo, en la restauración de un fresco, se estudia mucho para que la mano sea lo más invisible posible y hacer viajar en el tiempo a la obra original, sin meter de la cosecha propia. Esto queda muy poco plasmado en la restauración ecológica actualmente, entonces esa fue la visión que nos propusimos con esta restauración de patrimonio natural. 

¿Cuál es la importancia de que este proyecto museológico se instale en cerro Calán?
Eso fue como una una alineación planetaria muy buena porque antes existía la idea que fuese en otros espacios, pero surgió esta posibilidad de interacción con la astronomía. Más que haber proyectado este bosquemuseo ahí, éste se manifestó solo. Fue como encontrar Machu Picchu, en el sentido de que habían vestigios de un jardín anterior y cuando recorrimos el sector nororiente del observatorio, encontramos este espacio con terrazas que habían sido ocupadas en los años 60 en desuso, pero disponibles. Todo calzó para que fuese destinado a bosquemuseo. Claro que requirió varias reuniones y visitas.  

Entonces, ¿la parte vegetal ya está consolidada?
Una parte. Hay una idea de plantación en etapa que trata de asimilar un proceso natural que llamamos «la sucesión». Consiste en que, cuando un lugar se perturba, se regenera, entonces en esta restauración tratamos de imitar ese proceso. La primera tanda son especies muy ‘aterradas’ por decirlo de alguna manera, las que permitirán que otras especies que antes no podrían crecer en ciertas condiciones, ahora puedan aparecer a los pies de la otra. Lo demás también dependerá de los recursos para seguir plantando.

¿Qué te parece la integración de un museo en un espacio natural? 
Es súper interesante poder concretar la idea de bosquemuseo, porque efectivamente no es algo que existiera. Está el Parque de las Esculturas en Providencia, pero es una plaza convencional, y hay otros espacios donde tampoco hay intencionalidad en que la parte verde tenga que ver con la parte del arte. Este proyecto se relaciona no solo con el uso de los espacios abiertos, sino con la materialidad de la obra y con cómo puede cambiar al aire libre. Además, no es algo anclado al cerro Calán o a un espacio físico determinado, sino que puede ser replicado y pensado para cualquier tipo de ambiente.

La curatoría artística

Durante «Umbral», la 15 Bienal de Artes Mediales -cuya curatoría se propuso como una provocación de los paradigmas que surgen de la transición planetaria que vivimos desde 2019 por el estallido social en Chile y la crisis sanitaria mundial de 2020-, bosquemuseo Calán se instaló como una arteria fundamental que exploró la integración entre arte, ciencia y naturaleza. Así, se abrieron senderos, se armó señalética y se invitó a artistas a participar de esta primera muestra curatorial al aire libre. 

“El bosquemuseo ni es bosque ni es museo. No hay suficiente diversidad ni densidad de especies vegetales como para que ese antiguo eriazo en proceso de restauración sea catalogado como un bosque. No posee una colección y el público aún no se hace parte ni le da sentido al patrimonio imaginario que secretamente acumula como para considerarlo un museo”, escribe la historiadora Catalina Valdés, quien fue invitada como editora de este espacio. “Sin embargo”, continúa, “entre los observatorios astronómicos y los senderos del cerro Calán se cultivan las energías de un bosque y se sueña con un museo cuya colección se compone básicamente de tiempo. El tiempo que tarda una semilla en brotar, un tronco en formarse, una sombra en crecer; el tiempo que demora un sonido en desvanecerse, los materiales en descomponerse, una idea en devenir común”.

El programa expositivo de este proyecto, donde próximamente se realizará la sexta edición del Encuentro de Arte, Ciencia y Cultura Vegetal, albergó artistas nacionales e internacionales distribuidos bajo cuatro programas. El primero fue Mecánica Celeste, una plataforma de la CChV con cápsulas audiovisuales que exploran la relación entre la astronomía y artes audiovisuales que, en marco de bosquemuseo, invitó a Nicole L’Huillier (CL), Miguel Soto (CL), Mauricio Román, y Leah Singer (CA) en dupla con Lee Ronaldo (EEUU), para explorar la relación entre el interior y exterior de la Tierra mediante el sonido y la escultura experimental. 

La segunda fuente que alimentó la curatoría fue Simetría, residencia que potencia el intercambio interdisciplinario entre artistas y científicos de Suiza y Chile en los centros de investigación CERN (Suiza), ALMA y VLT (Chile); invitando a la artista Patricia Domínguez a compartir su experiencia. 

Yto Aranda (CL), Pablo Suazo (CL) y Natalia Matzner (CL) con Elías Santis (ARG), en tanto, fueron parte del Continente Prohibido -tercer programa- con obras que dan cuenta de exploraciones comunitarias que iniciaron en 2020 con cuatro Centros de Creación (Cecrea Chile), en el marco del 5° Encuentro de Arte, Ciencia y Cultura Digital.

Y finalmente, el cuarto programa fue Umbrales, ¿cómo anudar el tiempo?, una exposición realizada en la ifa Galería de Stuttgart (Alemania), que desarrolló algunas de sus actividades en Chile con obras de las artistas Elisa Balmaceda (CL), Barbara Marcel (BR) y Claudia González (CL).