Nicolás Sánchez, artista: “Al mundo del arte entro desde el lado y lo sigo con distancia, con resistencia crítica”
- Con su video Algún lugar encontraré (2009), el artista chileno ganó la 9na edición del Concurso Internacional Juan Downey, que se regía por la línea curatorial “Resistencia”. Después de doce años, Sánchez nos cuenta los conceptos que lo guiaron en la creación de esta obra, y cómo lo fortuito y la improvisación son un eje central en todo su trabajo.
Por Fernanda Valenzuela
Guiado por temáticas como la ciudad, la soledad, la fuga y la libertad, el artista chileno Nicolás Sánchez salió en búsqueda de desechos industriales alrededor de la ciudad de Valencia (España), para luego construir algo nuevo con lo que recuperar espacios y territorios perdidos. Con ayuda de un trípode, Sánchez se filmó a sí mismo a lo largo de este acto performático que tituló Algún lugar encontraré (2009), que finaliza con él alejándose (o adentrándose) de la ciudad sobre una balsa improvisada hecha con los objetos encontrados.
Han pasado doce años desde que su obra ganó la categoría Videoarte en el Concurso Internacional Juan Downey. Ese año, la curatoría que guiaba la entonces llamada Bienal de Video y Artes Mediales (BVAM) -renombrada como Bienal de Artes Mediales de Santiago en 2012- era “Resistencia”, temática que al artista le hacía eco personal y laboralmente. En esta entrevista, el licenciado en Arte en la Pontificia Universidad Católica y Máster en Arte Público por la Universidad Politécnica de Valencia, nos cuenta sobre el origen de su video y los conceptos principales que le atraviesan.
¿Cómo nace este proyecto? ¿Qué deseabas abordar?
Yo estaba viviendo en Valencia, estudiando un Máster en Bellas Artes y los temas que me perseguían en ese entonces tenían que ver con la ciudad, el hastío, la soledad en las grandes urbes, la arquitectura, la especulación inmobiliaria, el azar, la búsqueda, los trenes, la huída, la fuga, la vida, la libertad. Son los mismos temas que me siguen hasta hoy pero con una tormenta y un ímpetu distintos.
¿Cómo fue el proceso de construcción? ¿Qué fue lo que más te gustó de él?
Fue muy espontáneo y solitario. Espontáneo porque obedecía a lo que me iba encontrando en el errar. Y solitario porque era yo, la cámara y un trípode. Siempre he trabajado solo. Me interesa esa aproximación al video sin planificación, un componente performático de improvisación y otro más riguroso y ordenado de encuadre y edición posterior, en donde se estructuran las tomas en dirección a un relato narrativo micro, de conexión de escenas, pero sin claridad del guión general.
¿En qué te fijaste para escoger los lugares que aparecen en el video?
La verdad es que no los escogí, en el sentido en que no me dirigí a ellos. Los escogí cuando se me aparecieron. Simplemente ahí estaban los materiales que necesitaba, en los descampados y los suburbios llenos de gitanas guapas. Pero tampoco era casualidad, esos eran -y son- los materiales del desarrollismo y te los encuentras justamente ahí, en esos paisajes raros, incómodos.
Los objetos que recoge el personaje, ¿estaba contemplado que estuvieran ahí o fue algo fortuito?
Fue fortuito, todo fue encontrado, pero como te decía, no era difícil que así fuera. Son los materiales del mundo que me interesaba retratar, restos de ciertas formas de planificación urbana, de una comprensión de la ciudad -y de la vida que llevamos ahí dentro- como un molde de galletas. Ahí estaban esos objetos olvidados, solitarios, como una montaña diciendo la palabra entonces, como el verso de Omar Cáceres.
¿Dentro del proceso la idea principal cambió? ¿Que apareciera remando al final era parte de la idea?
La idea principal era construir algo con residuos que me permitiera salir de donde no quería estar -en sentido figurado-. Eso se mantuvo. La toma final no estaba planificada… era poco probable que la cámara sobreviviera si la dejaba sola filmando sobre el puente mientras yo remaba. Pero apareció un transeúnte que mostró interés y ofreció ayuda sin yo pedírsela. Y puso de su cosecha. Y mostró con mayor ánimo la idea del final en huida, en ese brazo de mar, para encontrar algún lugar.
¿Qué es lo que más resaltas del trabajo?
Su economía de medios, hacer lo que se podía con lo que se tenía a mano, por la necesidad de hacerlo. Y que hablara en seña poética sobre las ciudades que intentamos habitar, en donde estamos siempre contenidos y poco contentos. Y en eso creo que conectamos con el jurado del premio
¿Cuál era el objetivo de realizar esta obra? ¿Qué ha significado para ti?
Era poner en imágenes mis lamentos, a modo de un gran tapiz de un paisaje post-industrial, que se dispara en todas direcciones.
¿Cuál era tu intención al construir una balsa con objetos encontrados y desechados por otros, para remar? ¿Qué significado tiene para ti esta acción?
La misma que ahora, huir. Esa es la balsa que quiero tomar casi todos los días. Sufro profundamente, y en el último tiempo quiero creer que es porque me ha tocado vivir un tiempo que exige virtudes del todo distintas a aquellas cuya presencia siento en mí.
¿Qué pasó después de este proyecto? ¿Qué has hecho y en qué estás ahora?
He naufragado y vuelto a zarpar en este viaje sin sentido que es el arte y digámoslo de una vez, la vida misma. Sufrimos un tiempo infantil y sin relato alguno más que el triunfo infame de la farándula, el consumo, la homogeneidad y el narcisismo con disfraz de liberación. Pero la melancolía me ha ayudado a sobrevivir, la bilis negra, este humor de los que hablaba Burton. En ocasiones reír por no llorar, creo que es la condición más apropiada para sumergirse en esta época.
Este 2021 el Concurso Internacional Juan Downey cumple 15 años, ¿cómo has visto la evolución del concurso y las obras ganadoras?
Me parece maravilloso, no sólo que exista el concurso, si no que cumpla 15 ediciones y que exista bajo el alero de la Corporación Chilena de Video y Artes Electrónicas, una iniciativa heroica en el contexto local. Respecto a la evolución del concurso, te mentiría si te digo que lo he seguido. Al mundo del arte entro desde el lado y lo sigo con distancia, con resistencia crítica que fue el verso que inspiró la 9na versión en la que participé. Siempre me he sentido más cómodo en los lugares intermedios, en esos paisajes raros e incómodos de los que te hablé, entre el capitalismo y la melancolía.